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Diez errores clásicos: lo que no hay que hacer

Cada año, una nueva hornada de cultivadores de cannabis decide sembrar sus primeras semillas en primavera. Empiezan bien, las semillas germinan y las trasplantan a las macetas, se ven bonitas, las miran cada día... Las primeras semanas son todo cuidados, pero luego se pasa la novedad, empieza el calor, la motivación decae, los problemas surgen y llegan las complicaciones. Después de muchos años viendo a gente iniciarse en el cultivo puedo hacer una lista con los fallos más frecuentes: evítalos y estarás mejor encaminado hacia el éxito en tu primera cosecha.

Diez errores clásicos: lo que no hay que hacer
Diez errores clásicos: lo que no hay que hacer
Diez errores clásicos: lo que no hay que hacer
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Diez errores clásicos: lo que no hay que hacer
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Diez errores clásicos: lo que no hay que hacer
Diez errores clásicos: lo que no hay que hacer
Diez errores clásicos: lo que no hay que hacer
Diez errores clásicos: lo que no hay que hacer


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Crea un buen espacio y ocúpate de que tengan lo básico: riego y algo de abono.
Crea un buen espacio y ocúpate de que tengan lo básico: riego y algo de abono.

"Cosechar demasiado pronto es quitarle a las plantas los mejores días de síntesis de THC"

Nadie descubre la rueda en su primera cosecha. Sigue las recomendaciones generales al pie de la letra, no te saltes pasos ni inventes novedades. Cuidar plantas no es tan complicado, pero hay que hacer lo que hay que hacer. Básicamente todo se reduce a regar, cuando toca, con agua y una dosis baja de abono. La clave está en no regar mientras la tierra sigue húmeda ni en esperar tanto que se seque demasiado y la planta se marchite. El sustrato debe pasar por un ciclo húmedo/seco antes de ser regado de nuevo.

Con el abono, la sencillez también es la norma. Lo más importante es que cada riego aporte una pequeña cantidad de nutrientes equilibrados y con un pH adecuado. Los productos muy especializados como hormonas, estimuladores de la floración, suplementos nutritivos, incrementadores del sabor, etc. pueden mejorar un diez o un veinte por ciento los resultados, pero el ochenta o noventa por ciento restante se logra con lo básico: sol, agua y un abono completo con microelementos.

Observa mucho, piensa y anota todo lo que se te ocurra, pero haz poco, no te salgas demasiado de lo básico, al menos en el primer cultivo. Presta atención a todo el proceso: mira cómo va evolucionando la planta y fíjate en los detalles. Haz fotos, toma medidas, pon interés y lee todo lo que puedas. Pero no quieras aplicar todas las técnicas sobre las que leas inmediatamente. La acumulación de productos, riegos, fumigaciones y suplementos en plantas jóvenes, débiles e incapaces de procesarlos causa muchas cosechas desastrosas. La marihuana es prácticamente una mala hierba, si la plantas en una maceta grande y añades un poco de abono líquido en el agua de riego se desarrollará sin grandes problemas.

No hagas cogollos tóxicos

No le pongas mierda a las plantas, y por mierda quiero decir cualquier insecticida tóxico. En floración, las plantas no deberían ser nunca fumigadas con venenos, pues pueden quedar restos en los cogollos que acaban en los pulmones de los consumidores. Es vital respetar las indicaciones de las etiquetas de los productos fitosanitarios, especialmente las dosis y el plazo de seguridad que debe transcurrir desde que se aplica el insecticida hasta que se cosecha la planta para asegurarse de que todo el producto se ha descompuesto y no queda nada peligroso en los cogollos.

Los cultivadores comerciales pueden tener la tentación de pensar que, como no se lo van a fumar ellos, no importa lo que le echen a las plantas. Pues bien, si eres uno de esos, espero que el karma te devuelva lo que mereces.

Las plagas se deben prevenir plantando variedades resistentes y aplicando técnicas de cultivo que favorezcan su control, como evitar que las plantas se toquen entre sí, cortar las hojas secas o amarillentas y eliminar las plantas enfermas o infectadas. Combinando estas medidas con aplicaciones periódicas de pesticidas ecológicos y no tóxicos es posible evitar las plagas o, al menos, mantener sus poblaciones controladas.

Al final, todo mal

"Todo se reduce a regar cuando toca, con agua y una dosis baja de abono"

Muchos novatos lo hacen bien durante meses y es en las últimas semanas del cultivo cuando meten la pata. Los errores más frecuentes en las últimas semanas de floración suelen ser tres: cosechar demasiado pronto por impaciencia, abonar hasta el último día intentando que los cogollos engorden lo que no han engordado y sufrir una infección de oídio o de botritis y no actuar a tiempo ni con la determinación necesaria.

Las plantas se pasan las tres primeras semanas de floración creciendo en altura y estableciendo una buena estructura en la que crecen los cogollos. Las dos o tres semanas siguientes los cogollos engordan a base de brotar miles de flores y algo de resina. Pero es entre las dos y las cuatro últimas semanas cuando se genera la gran mayoría de la resina y el THC de la planta. Siguen brotando flores, pero en número mucho menor, y la planta se concentra en producir resina y en mantener las flores fértiles. En una floración de ocho semanas, las dos últimas suponen la cuarta parte del tiempo, pero seguramente en ellas se hará la mitad de la resina. Cosechar demasiado pronto es quitarle a las plantas los mejores días de síntesis de THC.

Si se puede dejar de abonar las últimas semanas es porque las plantas apenas captan nutrientes del suelo; no los necesitan, pues tienen todas las reservas que han ido acumulando desde su primer día de vida y que guardan repartidas por todos sus tejidos. Si dejamos que la naturaleza siga su curso, veremos como las hojas más grandes van amarilleando conforme las plantas extraen los nutrientes que contienen para trasladarlos a los cogollos, donde son más necesarios. No tiene ningún sentido agobiar a la planta añadiendo todo tipo de suplementos y estimuladores en las últimas semanas: no mejora gran cosa la producción y se estropea mucho el sabor de los cogollos. Cuando se cuidan cosas vivas hay que tratarlas bien desde el principio, no se pueden corregir los fallos en el último momento.

Dos son las plagas más peligrosas al final de la floración: el oídio y la botritis, dos hongos terribles que pueden acabar con una planta en cuestión de días. Hay que estar atento y actuar al primer síntoma. El oídio aparece en forma de manchas de una especie de polvo blanco en las hojas. Se extiende con gran rapidez y, si contamina extensamente los cogollos, los vuelve inservibles. Es difícil curarlo sin fungicidas químicos, sobre todo al final de la floración, pero se puede prevenir su aparición usando genéticas resistentes, espaciando las plantas para que el aire corra bien entre ellas y aplicando periódicamente en pulverización bicarbonato potásico o, si no encontramos, jabón potásico. La botritis, por el contrario, surge en el centro del cogollo, normalmente cuando es muy denso y se queda mojado tras la lluvia. También puede aparecer en los restos mordidos por una oruga devoradora de cogollos. Cuando aparece, lo único que se puede hacer es cortar el cogollo completo, limpiar el trozo infectado y poner a secar el resto. Si la infección aparece en dos cogollos o más de la misma planta, lo aconsejable es cosecharla en el acto, pues si no lo hacemos aparecerán nuevos puntos de infección en los próximos días. Se previene combatiendo las orugas con BT mediante fumigaciones periódicas desde que la planta es joven y usando genéticas resistentes. En general, las variedades índicas suelen ser menos resistentes a la botritis que las sativas.

 

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #272

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