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Los diez pasos básicos para la primera cosecha

¿Encerrados en casa por la pandemia y con mucho tiempo libre? ¿Pensando en intentar hacer la primera cosecha de cannabis pero sin saber cómo empezar? Cultivar maría es más fácil de lo que parece si conocemos las reglas fundamentales y nos explican paso a paso lo que debemos hacer. Aquí van diez puntos claves para obtener buenos cogollos con poco esfuerzo en casi cualquier situación.

Los diez pasos básicos para la primera cosecha
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"El cultivador debe aprender a ser paciente: la naturaleza sabe lo que hace y necesita su tiempo"

Las variedades automáticas o autoflorecientes siempre tardan lo mismo desde la germinación hasta la cosecha, por lo que es muy fácil predecir cuándo estarán maduras y listas para cosechar. Se pueden sembrar en cualquier época del año, aunque crecerán más y serán más productivas si se cultivan en los meses con más horas de sol diarias: mayo, junio y julio.

Las variedades tradicionales, en cambio, florecen en función del fotoperiodo, por lo que siempre empiezan la floración en el mismo momento. Depende de cada variedad, pero la mayoría lo hacen a partir de la segunda mitad de julio. En estas variedades, el número de días que haya entre la germinación y el momento en que empiezan a florecer determinará el tamaño final que alcancen. Es decir, si las sembramos pronto (marzo o abril) se harán más grandes que si las sembramos tarde (mayo o junio). Siempre, claro está, que estén bien cuidadas, reciban suficientes nutrientes y no padezcan ninguna enfermedad o plaga. Como regla general, mi recomendación es sembrar en abril si tenemos mucho espacio, no nos importa que las plantas alcancen tres metros de altura y nos podemos permitir plantar en el suelo o en macetas de cincuenta litros o más. Si queremos plantas de tamaño medio, mayo es un buen mes para sembrar, y si vamos a ponerlas en un pequeño balcón y queremos que se mantengan pequeñas, lo mejor es sembrar en junio.

El sueño de todo cultivador primerizo es lograr un bonito cogollo de cannabis.
El sueño de todo cultivador primerizo es lograr un bonito cogollo de cannabis.

Sembraremos las semillas a un centímetro de profundidad como mucho y las cubriremos con tierra sin apretarla en exceso. Humedeceremos bien el sustrato y no volveremos a regar hasta que la tierra esté casi seca (lo que sucederá varios días después de que las plántulas hayan nacido). El exceso de riego es muy dañino para las plántulas y puede provocar que se pudran. He visto muchas más plantas jóvenes muertas por exceso de agua que por falta. Muchos cultivadores inexpertos piensan equivocadamente que las plantas necesitan riegos diarios en cualquier situación y acaban ahogándolas. En pleno verano, cuando las plantas son grandes, traspiran mucho y necesitan riegos frecuentes y abundantes. Pero en primavera, con días no tan calurosos y poco tamaño, no es necesario regar más de dos o tres veces por semana. Cuando las plántulas acaban de nacer, les basta casi siempre con un riego semanal.

Un error muy frecuente es mantener las plantitas a la sombra o dentro de casa con poca luz, lo que ocasiona que se alarguen demasiado en busca de esa luz que tanto necesitan. Los tallos excesivamente largos se debilitan y, a menudo, no son capaces de sostener su propio peso y se acaban doblando hasta tocar el suelo. Si sucede esto, clavaremos un palito junto al tallo para que le sirva de sostén y trasladaremos la planta a un lugar con sol abundante cuanto antes y veremos como en unos días se recupera.

La calidad del agua es esencial. No me canso de repetir que hay que evitar el agua muy alcalina, que es la más frecuente en los grifos de amplias zonas de España, sobre todo en la costa. Es pesado y caro comprar agua destilada, también es un gasto instalar un filtro de ósmosis inversa y no todo el mundo puede conseguir agua de lluvia. Pero el agua es superimportante para las plantas y el exceso de cal sube el pH de la tierra e impide la absorción correcta de los nutrientes. Ojo con los filtros antical que se basan en añadir sal al agua, no solo no quitan la cal, sino que aumentan la salinidad, por lo que el agua resultante aún es peor para las raíces. Son filtros válidos para que no se estropee la lavadora, pero no valen para regar las plantas.

Ajustar el pH es necesario para que los nutrientes se absorban correctamente, pero esto tampoco elimina la cal ni evita la necesidad de usar agua buena. Si no queremos comprar un medidor digital de pH, conseguiremos al menos uno de los que se usan para el agua de las piscinas. Son muy baratos y sencillos. Se llena un botecito de agua, se echan dos gotas de un reactivo y se compara el color del agua con una tabla. No son tan exactos pero dan una idea suficientemente aproximada del pH. En los grow shops venden productos especiales para subir o bajar el pH; son muy concentrados y se usan en dosis muy pequeñas, por lo que duran mucho tiempo. Ajustaremos el pH siempre después de añadir el abono, ya que los fertilizantes también lo alteran.

Las plantas crecen más lentamente al principio porque se concentran especialmente en desarrollar un buen sistema de raíces. Luego el crecimiento de la parte aérea se acelera. El cultivador debe aprender a ser paciente: la naturaleza sabe lo que hace y necesita su tiempo. La mejor forma de aprender es observar las plantas y ver cómo se encuentran. Si les falta agua se muestran caídas, si les falta abono pierden color, si les sobra abono se oscurecen y las hojas se retuercen en forma de garra. Al principio, muchos cultivadores inexpertos quieren actuar inmediatamente. Si ven una hoja un poco amarilla, doblan la dosis de abono, o si una hoja aparece menos erguida, riegan de nuevo. Con frecuencia causan más daños y no ayudan a la planta. Hay que leer, aprender, investigar y actuar poco. Haremos lo que se indica en este artículo y poco más: se resume en regar cuando la tierra está seca, añadir algo de abono al agua (que debe ser poco alcalina y con el pH ajustado) y fumigar periódicamente con un insecticida ecológico.

Es más fácil y emocionante acudir al grow shop a comprar un estimulador, subir la dosis de abono o aplicar extrañas técnicas descritas por un amigo casi tan inexperto como tú, que mirar las plantas y confiar en la naturaleza sabiendo que ya has hecho lo que tenías que hace. Pero lo primero da muchos problemas y lo segundo funciona.

 

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #279

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