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De Madrid al cielo cannábico

El triunfo de un pequeño gran banco de semillas

Exotic Seed De Madrid al cielo cannábico
Fotos: Guillermo Jiménez Carazo

Por el madrileño barrio de Malasaña se puede ver cualquier mañana a José Luis Martín (Xátiva, 51 años) y a Santi Jiménez (Madrid, 31 años). Se conocieron en el grow shop que abrió José, en el número 9 de la calle San Vicente Ferrer, allá por el verano del 2009. Hoy son dueños de Exotic Seed, uno de los bancos de semillas más dinámicos del panorama cannábico actual, cuya fórmula de éxito consiste en crear imaginativas variedades sin dejar de tener los pies en el suelo.

Antes que “banqueros”, José y Santi se consideran breeders. De hecho, aunque son muy discretos y no dan datos, algunas de las variedades premiadas de otros bancos de semillas fueron fruto de sus labores. “A ver si me consigues una copa”, dicen que les dijo el dueño de un conocido banco durante una feria. No sé si aceptaron el encargo, pero hoy que Exotic Seed, su propio banco de semillas, funciona a las mil maravillas, no han dejado de trabajar para otros creando variedades. “Nosotros, más que nada, somos breeders”, dicen Santi y José, con cierto orgullo proletario.

En un par de años Exotic cumplirá una década, ¿cómo llevan haber pasado de ser un banco pequeño a ser un banco mediano?: “Para mí –dice Santi–, seguimos siendo un banco pequeño. Seguimos siendo la misma gente que al principio. De hecho, aunque somos los mismos, la estructura se ha reducido”. En un mundo como este, en el que todo es susceptible de verse hinchado por el márquetin y el autobombo, resulta sorprendente la actitud modesta de estos dos empresarios, que tienen en el madrileño barrio de Malasaña su núcleo irradiador. Una actitud que les ha permitido triunfar, aunque hablemos del triunfo de lo pequeño, porque su facturación no ha parado de subir desde que en el 2014 inauguraron su marca con dieciocho variedades en catálogo.

Hoy tienen medio centenar de variedades a la venta y el grueso de pedidos se hace a través de su web, un ochenta por ciento de los cuales vienen desde Alemania y Estados Unidos. ¿Y en España?: “Vendemos más en el resto de Europa que en España”. ¿Y por qué sois tan populares en Alemania?: “La variedad que más se vende de nuestro banco es la Herz OG, un híbrido de Larry OG x Kosher Kush que hicimos en cooperación con el rapero alemán Herzog”. La fama de este rapero explica en parte el éxito de una variedad de aromas “con toques de madera fresca, pino y miel” y un efecto “realmente fuerte” que, como reza su descripción, “se siente como una patada en el pecho que te deja caer fuertemente sobre un cojín nublado de hormigón”. De esta variedad aseguran que su efecto te permite “volver a colocarte como la primera vez”.

Del hachís a la maría

José probó su primer porro con apenas ocho años, en 1978, mientras que Santi esperó a tener veinte, en el 2011. Cada uno con su edad, cada uno con su historia. Las diferencias biográficas entre José y Santi no son pocas, y se reflejan hasta en sus gustos a la hora de fumar: José, más europeo, y Santi, más americano. Repasemos la aventura vital de ambos: dos historias muy diferentes que se cruzan en Exotic Seed y retratan la España cannábica de las últimas cuatro décadas.

José ya era con diez años fumador casi diario y con dieciséis vendía en el instituto chivatos de una marihuana “que plantaba de guerrilla un nota del barrio”, una hierba nada selecta, con hojas, cogollos y semillas, “todo mezclado”, “porque entonces lo que se fumaba era hachís y no se sabía lo que se sabe hoy”. ¿Es el hachís de hoy mejor que el hachís de entonces? “Muchísimo mejor –dice José–, principalmente por genética, porque ahora se gastan el dinero en semillas y antes no”.

En el año 2000 José abrió en Valencia su primer grow, llamado Carraspera, sobrenombre con el que se le conoce –el Carras– en el ambiente cannábico levantino. Para los que no lo sepan, el comienzo del milenio coincide en este país con la primera explosión comercial del sector: nuestras ciudades se llenan de tiendas especializadas y las legiones de fumetas de hachís, muchos de los cuales pensaban que lo que se fumaba de la maría era la hoja, empiezan a darle al autocultivo. Desde mediados de los noventa, José empieza a plantar con esmero, lo que, junto con su grow –el cuarto que se abrió en Valencia–, lo convierten en un afortunado que vivió en primera línea aquella transformación llena de gozosos descubrimientos: “Recuerdo que cuando empezó el boom del cultivo de interior el comentario más repetido era: ‘Esto es lo mejor que he fumado nunca”. Algunas de las madres con las que todavía hoy trabajan en Exotic son de aquella época lejana en la que la marihuana dejó de ser la hierba con la que se hacía el hachís y pasó a ser la protagonista de nuestros colocones y el eje de un negocio próspero.

¿Y qué variedad recuerdas como la primera de esta revolución del sabor y el efecto?

La Jack Herer. El descubrimiento de la Jack Herer lo cambió todo. Estábamos acostumbrados a las Skun y a las Indian Kush, que para mí eran más planas. Y llegó la Jack Herer, y era tan distinta que pensabas que no era marihuana, que era otra cosa.

¿Y cuándo empezaste a producir semillas?

Desde el 2005 vengo trabajando para otros bancos. Antes de dejar el grow de Valencia y abrir este en Madrid ya hacía semillas por encargo. Y en el 2014 empezamos a comercializar nuestras semillas con nuestra propia marca.

Un caso raro

Paquetes de semillas de Exotic Seed con el rostro del duende vegetal, imagen de la marca y obra del ilustrador holandés Mossy Giant.
Paquetes de semillas de Exotic Seed con el rostro del duende vegetal, imagen de la marca y obra del ilustrador holandés Mossy Giant.

“No veo que en España se vaya a dar una regulación como a mí me gustaría, le veo tintes de una regulación farmacéutica. Es gracioso, el PP y el PSOE, que no se ponen de acuerdo en nada, y en esto sí”

Fue en este mismo grow, en cuya trastienda estamos hablando, en el que, poco después de abrir, allá por el verano del 2009, José conoció a Santi. No tardó en contratarlo como trabajador, sorprendido por los conocimientos que Santi tenía sobre las plantas. No era solo por su juventud, lo que más llamó la atención de José era que nunca había probado un porro: “Era increíble cómo sin haber fumado sabía tanto, incluso en aromas era un experto”. Santi tiene ahora treinta y un años, y creo que hay muy pocos como él, que hayan empezado a cultivar e incluso a trabajar en el sector de la marihuana sin haberla probado antes.

Santi, eres un caso raro. Fuiste cultivador antes que usuario…

Sí. Empecé a cultivar con diecisiete años para atender los dolores crónicos de huesos y de espalda de mi madre. Luego con veinte años, mientras estoy terminando mis estudios de Magisterio, empiezo a trabajar con José. Y no es hasta un año después que fumo por primera vez.

¿Y cómo fue ese primer porro?

Fue de hierba de mi propia cosecha y me lo fumé con unos amigos del barrio, para hacer la gracia. Tuvo un efecto muy contundente, siempre digo que es el porro que más me ha afectado, aunque no sea lo más fuerte que he fumado. Luego me pasé un tiempo fumando muy poco. Ahora sí es más continuo. Por el día, si tengo cosas que hacer, no fumo; otra cosa es si estoy de vacaciones. Siempre la fumo sola, sin tabaco, me gusta también vaporizada y me encanta fumar el BHO en pipa. Aunque al final se impone lo práctico: me sale más a cuenta salir de casa con tres porros liados que llevarme la hierba, el grinder y el vaporizador.

¿Y cuál ha sido la experiencia terapéutica con tu madre?

Sigo cultivándole y haciéndole las gotas. Mi madre tiene fibromialgia, artrosis, tiene problemas de nervios y de huesos y le han hecho muchas operaciones: de espalda, de rodilla... Con ella he ido probando variedades y hemos ido viendo lo que le iba mejor. El CBD puede irle bien a la gente, pero personalmente lo que yo he visto que a ella le alivia más siempre han sido gotas con THC, sin apenas presencia de CBD. Sí que he notado que cuanto más concentradas mejor le sienta, así además no tiene que tomar tantas.

José, después de una vida fumando, ahora has bajado un poco el consumo, ¿no?

Fumo menos. Fumo a diario un porro por la noche, y por el día, si es un día normal, pocos porros me hago, la verdad. Me gustan tanto la flor como el hachís, aunque últimamente le doy más al hachís. BHO y esos extractos, ya no, me ponen demasiado.

La influencia americana

Santi y José, en 2015, a la puerta de su grow en Malasaña.
Santi y José, en 2015, a la puerta de su grow en Malasaña.

Son dos apasionados cuyas voces se confunden con confianza mutua en la conversación. No parece haber grandes discusiones de fondo en Exotic Seed que empañen la pasión de la aventura compartida que supone la investigación de nuevas variedades: “Siempre estamos desarrollando en paralelo una o dos variedades, aunque en muchas ocasiones no alcanzan la calidad que deseamos y se quedan, sin salir a la venta, como curiosidades para nosotros mismos”.

Para mí es siempre un placer hablar con los productores de semillas, al fin y al cabo ellos son los que mejor conocen la planta, los que están a la vanguardia de lo que se fuma o de lo que se fumará en un futuro próximo. Hablamos de algunas de sus variedades, a las que conozco de primera mano por haberlas plantado. Le pregunto por la Lemon Candy y me cuentan que es muy demandada en Austria, que junto a la Quick Sherbet, otra variedad de crecimiento rápido y muy productiva de su banco, las usan mucho para hacer plantones, cuyo comercio en Austria es legal. Hablamos de una de mis preferidas de su catálogo, la Exotic Colours, que me viene muy bien para escribir, y de otros clásicos de su catálogo, como la Sir Jack, la Exotic Thai o la Mango Cream. Ellos me hablan de la Exotic Animal: “Con la Animal, el porro te sabe bien hasta el final”, comenta Santi como si fuera el eslogan de un anuncio. Y hablamos, claro, de las autoflorecientes, una de las apuestas que forman parte de su banco desde el principio. En menos de diez años, yo mismo he visto como las auto que plantaba en las ventanas de mi casa han ido alcanzando una mayor altura y productividad. Ellos hablan de 1,20 cm de altura, yo, bastante más torpe como jardinero, les cuento que una Banana Mash de su banco me ha llegado a los 80 cm, y que una White Banana me ha salido más pequeña pero con un aroma platanero muy intenso. Y también les comento que, de las últimas cosechas, la que más me ha gustado de las que he plantado ha sido la Strawberry Cola, por su efecto y sobre todo por su sabor a Coca-Cola.

¿Cuánto tiempo se tarda en tener una semilla lista para su venta?

Santi: En general, el desarrollo de una nueva genética puede llevar unos dos años, dependiendo de la genética en sí y hacia dónde queramos llevarla. Con la Zkittalicious Auto que regalamos este mes con Cáñamo, todo el proceso habrá llevado entre dos y tres años, hasta que vimos ejemplares que realmente se ajustaban a lo que queríamos. En el caso de las autoflorecientes, al no poder guardar plantas madre, la evolución es constante, por lo que año tras año estas líneas van avanzando y mejorando.

¿De un tiempo a esta parte parece que lo que viene de Norteamérica ha conquistado los semilleros europeos?

S: A nivel comercial, desde hace unos años, la última ola viene de América, y si quieres vender, estás obligado a sacar sus variedades. Pero nosotros seguimos trabajando con nuestras madres de antes, mezclándolas con las nuevas de ahora, como esta White Banana que acabamos de sacar, una autofloreciente que es Strawberry Banana x White Widow, y en la que hemos buscado eso: hacer una variedad más de aquí, más europea, sobre todo para que sea muy estable, robusta, productiva y con buena resina.

¿Y qué diferencias hay a grandes rasgos entre lo de aquí y lo de allá?

José: En cuestión de sabor, para mí lo americano es mucho más plano, es todo más igual. Quitando las Sherbet, que me huelen un poco diferente, Cookies, Kush…, es todo mucho más plano. En cambio, en Europa tenemos desde una Amnesia hasta una Jack Herer, pasando por una Widow, hasta una Critical, que no se parece nada a nada. Luego, sin embargo, en aspecto y resina, lo de allí me gusta mucho. Lo de aquí es todo más basto, también más productivo, pero el cogollo allí es más bonito.

S: Que lo de allí huela todo muy parecido tiene que ver con haber utilizado un grupo muy reducido de variedades; casi todo lo han sacado de la familia Kush o Cookies, y eso es como mezclar a un padre con una tía, a una prima con una madre…, y al final queda un espectro muy similar. Poder trabajar en un entorno seguro gracias a la legalización ha hecho que la gente se ponga a sacar variedades, pero todo a partir de lo que vende, de lo más comercial. Por eso es todo mucho más parecido que lo que hay en Europa. Yo les encuentro olores más frescos, mucho más sutiles, menos intensos, es verdad, pero a la hora de fumar es lo que más me llena, me gusta porque es lo que he fumado. Es como cuando te dicen que la cerveza Mahou es malísima, pues vale, pero empecé a beber la Mahou y es la que me gusta.

J: Lo de la variedad aquí también es muy relativo. Los narcos en Europa lo que cultivan para vender es solo Amnesia y Critical. Hay quien vende miles de clones de Amnesia todas las semanas.

S: Y en Norteamérica pasará lo mismo pero con la Cookies; el raro será el que se ponga a cultivar Amnesia. La escena de Barcelona puede estar llena de breeders cultivando variedades americanas, pero, en general, en la calle lo que se vende y lo que la gente fuma es Critical o Amnesia.

Sin embargo, yo creo que, aunque estemos cansados, tanto Amnesia como Critical son dos grandes hallazgos, son fáciles de cultivar y su éxito se basa en que tienen un sabor y un efecto muy seductores. A mí me encantan. Son sabores muy asentados.

J: Por supuesto, yo sigo fumando tanto Amnesia como Critical, son sabores con muchas aristas, con picos de sabor que no tienen las americanas.

Y en cuestión de semillas, ¿cómo son las semillas y los bancos americanos?

S: Las semillas las venden muy caras y los bancos no se publicitan como aquí. No necesitan hacerle una foto a su variedad porque la fama les viene de los dispensarios. Con la legalización, un cultivador puede hacerse conocido a base de vender sus variedades en las tiendas. La gente se aficiona a una variedad concreta de un breeder concreto y luego la busca. Después, cuando plantas las semillas, te puede salir cualquier cosa, pero la calidad suele ser muy buena. Son caras: un paquete de diez semillas regulares te puede costar unos ciento cincuenta dólares de media, pero no están estabilizadas como aquí.

Del estigma al reconocimiento

En las inmediaciones de la plaza Dos de Mayo.
En las inmediaciones de la plaza Dos de Mayo.

Hace unos años la hija de José decía en el colegio que su padre se dedicaba a las plantas. José se ríe: “A mis hijos les tengo dicho que respondan que tengo una tienda. La mayor tiene catorce años; ella dice que no fuma y yo la creo, pero todos sus colegas fuman. Ellos lo tienen totalmente normalizado, no lo ven nada extraño”.

José ha vivido en sus propias carnes eso que llaman normalización, un proceso imparable, mal que les pese a las autoridades políticas y judiciales de este país, que se dedican a amedrentar al sector cannábico con golpes represivos y condenas desproporcionadas. José ha sufrido los rigores de la prohibición y ha comido cárcel en su juventud. La primera vez entró porque se bajó al moro y le pillaron en la frontera con un kilo para él y sus colegas. Un año pasó a la sombra entre el penal del Puerto de Santa María y el de Algeciras, este último recordado por José como un infierno: “Una cárcel vieja, sin chabolo, con un patio peligroso donde no paraban de caer papelas que metían en globos atados a una piedra, que a poco que te descuidaras te daban en la cabeza... Y no veas cómo eran los yonquis de la Línea y de Algeciras”.

Luego estuvo un par de veces más, porque a la policía y a los jueces de entonces no le podías venir con argumentos terapéuticos ni de consumo compartido, mucho menos con el derecho que todos tenemos a la ebriedad. Así que a José lo volvieron a entalegar por cantidades de hachís que no llegaban ni a los doscientos gramos; fue poco tiempo y las prisiones de Cáceres y de Valencia no eran tan duras como las del sur, aunque la incomprensión familiar no fue a menos: “Yo tenía veintipocos años y para ellos era un demente. Y eso que por comunistas casi todos habían pasado por la cárcel, pero que yo estuviera por drogas no les gustaba nada”. Ahora que José es un exitoso empresario cannábico lo ven de otra manera, incluso algunos familiares trabajan para él. La evolución es innegable, y eso, en el caso de José, se traduce en haber pasado del estigma al reconocimiento.

Ladrones disfrazados de picoletos

Les pregunto si han tenido por su trabajo problemas con la policía. Me cuentan el incidente que tuvo un colaborador productor de semillas al no destruir la materia vegetal. Entró la policía en su casa y le pillaron con trescientas plantas recién polinizadas, preparadas para hacer semillas, pero también varias bolsas llenas de restos vegetales de las cosechas anteriores. Quince kilos de cascarilla y restos de hojas y tallos. Por este descuido se lo llevaron preso. Santi tiene claro que hay que ser impecable y no cometer descuidos de esta clase, y lo ilustra con el chiste de los dos que van por el monte cogiendo setas y uno se encuentra un Rolex: “Mira, un Rolex”, le dice, y el otro contesta: “¿A qué estamos, a setas o a Rolex?”. “Pues esto es lo mismo –comenta Santi–, no puedes tener las dos cosas: no puedes tener semillas y restos vegetales. Aunque los restos no se fumen, los toman por marihuana. Con que esté por encima del 0,2% de THC ya se considera droga”. El caso es que, a pesar de este descuido que le podría haber costado años de cárcel, finalmente lo soltaron y han archivado la causa.

Hace ya diez años a Santi lo pillaron en el metro con esquejes y un par de gramos de hierba para una compañera que como su madre también sufría dolores en la espalda. La policía lo detuvo por delito contra la salud pública (qué ironía), pero gracias a un doble fallo –pesaron los esquejes como si fuera marihuana y luego destruyeron todo salvo las muestras para determinar su pureza– el caso fue archivado por el juez.

Y hace ocho años, en la trastienda en la que estamos hablando, abrieron desde el portal vecino un butrón y se llevaron mil doscientos paquetes de semillas y unos doscientos euros que había en la caja. Fueron a tiro hecho: lo hicieron a las ocho de la mañana porque sabían que hasta las once no abren la tienda. Esa vez fueron José y Santi quienes llamaron a la policía, que apareció con profesionalidad, como si aquello fuera una joyería. Más grave y desagradable fue lo que les pasó en el 2018, cuando unos ladrones entraron vestidos de picoletos y esposaron a Dani y a otro dependiente que estaba en ese momento en la tienda: “Los tiraron al suelo, los pisaron, les pegaron una paliza y se llevaron el dinero que encontraron y todas las semillas de la tienda: trescientos mil euros en semillas, las genéticas con las que venimos trabajando los últimos años”. “Y al día siguiente –sigue relatando José– me llama la policía, que los han cogido y que nos devuelven las semillas. No me lo podía creer. Me fui a la comisaría y nos devolvieron todo. Hasta una tarjeta me dieron: ‘Toma –me dijeron–, si alguien te pide muchas semillas nos llamas’. Me trataron bastante bien. Yo flipé; cuando llegué a la comisaría y me lo dieron todo no les di un abrazo porque tengo unos principios, si no, se lo habría dado”. A los ladrones, una banda de aluniceros de Madrid que arrastraban otros delitos, los condenaron a seis años. José y Santi, de recuerdo, guardaron las bolsas de la Policía Nacional en las que les habían devuelto las semillas.

El incierto futuro

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¿Creéis que habrá regulación?

J: Yo no veo que en España se vaya a dar una regulación como a mí me gustaría, le veo tintes de una regulación farmacéutica. Es gracioso, el PP y el PSOE, que no se ponen de acuerdo en nada, y en esto sí. Con las mayorías que hay ahora mismo, no veo posibilidades. Es más, si hubiera una votación popular, no ganábamos. En un referéndum llevamos las de perder.

¿Y qué pensáis de la última ola represiva?, ¿esperabais que atacasen a un banco como Dinafem?

J: En absoluto. Que a una empresa ejemplar y modélica le pase esto, no te lo esperas… Hay mucha inseguridad. Y luego parece que depende de la comunidad en la que estés. En Extremadura, el gobierno de la comunidad está subvencionando los cultivos y la industria del CBD, y en Almería, en cambio, quieren cargárselo. Y es el mismo país. No sé si serán las industrias farmacéuticas que presionan porque no les conviene… Hace unos meses, a un colega que había hecho de intermediario en una compra-venta de clones de cáñamo certificado, con su factura y con todo, vinieron a detenerlo. Se ve que a la compradora, una agricultora de Almería, le pillaron unas muestras de flor de CBD que tendrían un poco más de las tasas de THC permitidas, y la policía vino desde Almería hasta Cáceres a buscarlo, con un despliegue que te cagas: informáticos, policía científica… Y al chaval, con las dos facturas de compra-venta de clones de CBD, perfectamente certificadas y legales, se lo llevan detenido. Tres días lo tuvieron incomunicado, y ahora está dentro de un proceso en secreto de sumario.

Ahora resulta que tampoco se puede cultivar cáñamo para flores de CBD…

S: Lo del CBD ha sido muy curioso. Nosotros vendemos muy pocas semillas de CBD empaquetadas, pero es un negocio que vemos crecer año tras años. Aunque a los que fumamos con THC no nos convenza, cada vez hay más gente a la que le gusta. Una cosa está clara, hay mucha más gente que no fuma. No quieren THC porque les da miedo que les vaya a pasar algo si se drogan y les asusta estar haciendo algo ilegal, pero con el CBD eliminas esas dos barreras y fíjate qué nicho de mercado tienes ahí.

Lo sorprendente y contradictorio es que esta inseguridad jurídica y esta represión convivan con un proyecto de regulación integral defendido entre otros partidos por Podemos, que forma parte del gobierno de coalición. ¿Cómo estáis viviendo vosotros esta ola represiva?

J: Nosotros no tenemos mucho que hacer. No vamos a cerrar ahora. Seguimos trabajando a la espera de si vienen o no. Las semillas no son ilegales…; tampoco podemos hacer mucho más. Da rabia porque lo que está pasando va a la contra de lo que se está haciendo en Europa, con Alemania a punto de regular.

S: La tendencia del mundo es a abrirse, abordando nuevos parámetros y estableciendo otras políticas, pero aquí en España parece que vamos al revés. A lo mejor un día nos levantamos y se ponen todos de acuerdo y va todo rápido y lo legalizan. También puede pasar que lo legalicen pero excluyan a unos cuantos que ahora están luchando por una regulación justa. Puede pasar cualquier cosa.

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Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #290

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