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Antes la amante era yo

Estuve cinco años siendo la amante de un hombre, hasta que dejó a su esposa, y ahora que ya estamos casados y tenemos dos hijos, me está poniendo los cuernos con otra. Me desquicia haber estado en los dos lados porque odio a la amante de mi marido, y me doy cuenta de que como yo he estado en ese lugar, me odio a mí misma al odiarla a ella. Es decir, pienso por ejemplo que es una tía sin ética, sin escrúpulos, que se mete en mi familia para destrozarla, que me está robando lo mío, que me quiere sustituir… Ahora comprendo por qué la anterior esposa me odiaba tanto, y encima pienso que lo que me está pasando es justicia divina: le robé el esposo a una mujer y ahora me lo roban a mí. Yo sé que él no estaba enamorado de su mujer y que por eso se enamoró de mí, pero ahora me pregunto si mi marido está enamorado de mí, ya que se ha echado otra amante más joven. Y recuerdo las conversaciones que teníamos sobre lo pesada y celosa que era su mujer, y me pongo mala imaginándole hablar con la otra de mí. Creo que me siento culpable y tengo remordimientos porque no me porté bien con ella y porque siempre disfruté imaginándola sufrir. Ahora que me toca a mí, me muero de la rabia y a la vez me siento muy mala persona. A ratos lo culpo a él y a ratos al amor romántico, pero normalmente pienso que todo es culpa mía, y quisiera saber cómo gestionar tanta rabia, tanta confusión, tanto dolor. Por un lado, no me gusta como soy, y por otro, estoy todo el rato maquinando para vengarme de la nueva amante de mi marido y para lograr que acaben su relación. Me veo mezquina y pienso que me tengo que aguantar con lo que hay, por otro lado, pienso que me merezco algo mejor y que tengo que dejar a mi marido, pero me da rabia imaginarme a la amante como esposa oficial mientras yo me quedo sola. A él lo veo tan bien, creo que para él tener una esposa y una amante es lo normal, y le da igual cómo nos sintamos las dos; vive como un rey. No quiero estar en una relación triangular, ni quiero odiarme así. ¿Qué puedo hacer para salir de este infierno?
Santana

Si no quieres estar en una relación triangular, lo mejor es que te salgas de ella cuanto antes. Con respecto a tu relación contigo misma y con la amante de tu marido, la clave es entender cómo funciona el patriarcado: nos quiere en guerra contra nosotras mismas y entre nosotras. A nosotras se nos educa para la monogamia con los hombres y la rivalidad con las mujeres. A ellos se les educa para que disfruten del amor y a nosotras para que suframos. Creo que te sientes culpable con respecto a la amante de tu marido porque no nos han enseñado a cuidarnos entre nosotras ni a aceptar la responsabilidad afectiva que tenemos con las demás mujeres. Lo que sí nos han enseñado es a asumir que la culpa de que un hombre sea infiel la tenemos nosotras, porque las mujeres somos unas robamaridos, y las que no lo somos, somos también culpables, bien porque no vigilamos y controlamos a nuestros maridos, o bien porque no les damos a los maridos lo que necesitan. Sin embargo, la responsabilidad de la infidelidad de tu marido no es tuya, él es infiel porque puede: vive en un mundo en el que a él se le permite tener dos o más parejas, y a ti no te lo permiten. Muchas mujeres se resignan a que sus esposos tengan dos o más familias, o varias amantes, y viven odiándose ellas: yo creo que no compensa para nada y que se está mejor sola que viviendo en constante lucha de poder. Así nos quiere el patriarcado: celosas, miedosas, inseguras, amargadas, envidiosas y enfrentadas entre nosotras. Comprende que no puedes tener las energías puestas en cómo vengarte de las novias de tu marido, que tú no has nacido para ser carcelera ni para ser policía, y que tampoco puedes vivir torturándote a ti misma. Ahora que sabes que el patriarcado se beneficia del enfrentamiento entre mujeres, es cuando puedes rebelarte a un sistema que te quiere encajonada en un papel (el de la amante) o en otro (el de la esposa oficial). No podemos dejar que nos definan las relaciones con los hombres. Las mujeres tenemos que romper con las cadenas que nos quieren presas del amor de pareja, de los roles que nos imponen y de la competencia entre nosotras: libérate y sal del triángulo, que al único que le beneficia la bigamia es a él. Un abrazo muy fuerte y ánimo, Santana.

Coral Herrera

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