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“En un mundo de miedo y dolor nuestra revolución es luchar por el placer y la libertad”

Clarita Brown cuenta su historia en Mi vida con un fumeta, un retrato humorístico y a ratos pornográfico de la realidad cannábica española

Los lectores de Cáñamo la conocen bien. Durante tres años Clarita Brown estuvo contando su disparatada vida en la última página de esta revista. Desde enero de 2016 a diciembre de 2018, Clarita compartió en primera persona y sin tapujos las aventuras y desventuras con su novio Marcelo y una tropa de personajes cuyas vidas giraban alrededor de nuestra querida planta. Un año y medio después, este mes de julio, la editorial Martínez Roca (Grupo Planeta) saca a la venta el libro Mi vida con un fumeta, en el que se recopila y se amplía con una docena de nuevos capítulos esta historia ilustrada por Cristóbal Fortúnez.

Clarita encendiéndose un porro

Las aventuras de esta filóloga que se volvió camella casi sin darse cuenta pintan un retrato de lo que supone hoy vivir en España. Como muchos jóvenes y no tan jóvenes de la generación del 15M, Clarita y sus amigos, expuestos a la precariedad laboral y sentimental de estos tiempos, construyen una realidad paralela en la que la amistad, la astucia para hacer dinero al margen de la ley y las relaciones poliamorosas les permiten tener una agitada existencia a contramano de lo establecido.

Mi vida con un fumeta puede ser leída como una historia de amor cannábico, como una novela política o como un folletín porno-satírico. Con humor pero sin medias tintas, a lo largo de sus 222 páginas se muestra de fondo esta España nuestra, con sus partidos emergentes, su corrupción, sus manifestaciones feministas o su crisis de identidad nacional. El milagro está en que nunca aburre, parece, de hecho, una trepidante serie de acción de Netflix o HBO. Por ser su protagonista una mujer libre poco convencional puede relacionarse con Girls o Fleabag, y por la constante presencia de la marihuana puede ser emparentada con Weeds o High Maintenance, con la salvedad de que la revolución cannábica vista desde el madrileño barrio de Lavapiés resulta muy distinta a la soleada California o la ajetreada Nueva York.
    Esta historia de amor y marihuana es el libro que mejor retrata la España cannábica de hoy y, como era de esperar, la revista Cáñamo está muy presente. Hablamos de todo ello con su protagonista.

Clarita, escribes reseñas mensuales en la sección “Alijo selecto”, pero los lectores de Cáñamo no sabemos de ti desde hace año y medio, ¿no echas de menos contarnos tu vida?
Vaya pregunta. La verdad es que todavía me pasan cosas y pienso, “esto tengo que contarlo en Cáñamo”, pero enseguida me olvido. De los tres años que pasé contando mis aventuras recuerdo sobre todo lo bien que te ordena la existencia escribir sobre tu vida. Tengo de ese tiempo una impresión muy detallada, cada episodio corresponde a un mes y ahora, al repasarlo para el libro, he flipado de todas las cosas que me han ocurrido a mí, a España y al mundo; son solo tres años, pero dan para mucho. Al releerlo ha sido inevitable revivirlo, y he alucinado, por ejemplo, de lo enamorada que he estado yo de Marcelo o de lo loca que me volví por Violeta. También es sorprendente ver cómo las casualidades empujan tu vida en una dirección que nunca habías previsto. Como comprenderás, ser traficante de marihuana no estaba entre mis planes. A mí, que ni siquiera me gustaban los porros.

Ahora bien que te gustan.
Sí, caí con pasión y eso que ya había cumplido los treinta, cuando muchos que empezaron a fumar de adolescentes lo dejan. No sé si existe una razón, pero, así como conozco a muchos hombres que empezaron fumando porros siendo menores y hacia los treinta lo dejaron, conozco a muchas mujeres que han hecho como yo el recorrido inverso. De joven los porros me daban mucha pereza y no les encontraba la gracia. Ahora en cambio no puedo terminar un día sin colocarme. Sí que puedo, pero ¿para qué?, pudiendo ser feliz con tan poco, ¿por qué negarse? Mis días ahora son muy agitados y me cuesta llegar tranquila a la cama. Es como si la cabeza me estallara, como si de tanto ruido el cerebro se hubiera hinchado y la cabeza no pudiera con él. Al oscurecer, con un porro de una buena índica, la casa de pronto se ordena sola, se hace el silencio, las flores de la terraza sacan sus perfumes más sutiles, un perro ladra a lo lejos, la luna se asoma a la ventana y las sábanas me acarician con sensualidad. Hasta viviendo en el centro de Madrid parece que estoy en el campo.

Clarita Brown

Yo creí que a ti te iban más las sativas.
Así fue al principio. Cuando empecé, las variedades que más me gustaban eran las sativas, tipo Amnesia, ahora en cambio me encanta el efecto narcótico que te provocan las índicas. Debe de ser que como ahora soy mamá valoro más dormir que follar.

Lo que no te gustan son las extracciones, ¿no?
Son muy fuertes para mí. En realidad, yo digo que fumo porros para no meterme en demasiadas explicaciones, pero lo que me gusta a mí es vaporizar, sin mezclar la hierba con el tabaco. A veces, sí que me gusta darle una calada a un porro de hachís, pero las extracciones que hay que fumarlas en pipa de titanio me tumban y me dan muchísima hambre. Mi novio Marcelo a veces se pone muy pesado y acabo dándole una calada, pero luego vacío la nevera: empiezo por lo salado y acabo por lo dulce. De las anchoas, los pepinillos, la sobrasada mallorquina y el queso manchego paso al chocolate negro, los donuts y los polvorones olvidados de la pasada Navidad. Y me pongo mala, claro. La última vez vomité a chorros y tuvimos hasta que volver a pintar el techo del baño. Un desastre.

¿Y el CBD? ¿Qué te parece el llamado cannabis light?
La verdad es que no lo he probado lo suficiente como para opinar con fundamento. Me he reído del tema, claro: que si no coloca, que si es un tongo… Pero una pareja amiga fuma antes de dormir una variedad de CBD sin nada de THC y dice que es mano de santo, que no hay somnífero mejor. A mí por el día me gustan las que tienen un equilibrio de THC y CBD, no te impiden trabajar en tareas complejas, las hay estimulantes y también relajantes y no te dan pesadez de cabeza. Y se empiezan a vender muy bien. Desde que existen las asociaciones y se puede adquirir un variado surtido de hierbas, los consumidores saben latín. Algunos son muy pelmas, como mi novio Marcelo, que no es capaz de fumarse un porro sin explicarte sus impresiones y sensaciones: que si la sacudida noqueante, que si el efecto “mamá me has apretado mucho las coletas”, que si el sabor a madera mojada que no hay que confundir con el sabor a carbón, que si el retrogusto a chocho de monja misionera… No hay quien esté a su lado cuando se fuma un porro, sobre todo si es una variedad que no ha probado antes.

Clarita Brown

Un despertar cannábico y sexual

Volver a leer tus aventuras me ha sorprendido. No las recordaba tan pornográficas.
Hay muchos episodios nuevos que no se publicaron en Cáñamo. Hay nuevas ilustraciones de Cristóbal Fortúnez y las antiguas las ha mejorado. Y luego está el empaque que da verlo editado en un libro. Parece que no, pero todo junto gana importancia y, claro, es verdad que hay mucho sexo. Mis años de despertar cannábico coinciden con mi época de mayor frenesí sexual. De hecho, creo que guarda una relación directa. Yo era antes tan monjil y estudiosa… 

¿De verdad antes de darle al porro eras tan recatada? Siempre he pensado que era una pose para dar morbo, ya sabes, ese rollo de la inocencia pervertida.
A ver, yo siempre he tenido mis novietes y he follado como cualquier hija de vecina casi con cualquiera que me supiera camelar un poquito. Y me lo he pasado muy bien, pero había algo que me retenía, no estaba del todo cómoda con otros hombres en la intimidad. Ha sido a partir de los treinta y con la ayuda del cannabis que he aprendido a dejarme llevar, con hombres y mujeres. En mi caso, el despertar de la lujuria ha sido sin duda por los porros. Ponlo si quieres de titular: “Gracias al THC me corro como una perra”.

Clarita Brown

Entre mis amigas hay división de opiniones, unas piensan que escribes de sexo sin complejos como si estuvieras hablando con otra mujer. A otras, en cambio, les pareces un poco exagerada.
La manera de hablar de sexo de las mujeres… Como si para las mujeres solo existiera una manera única de hablar de sexo. Supongo que cada mujer hablará de una manera distinta, ¿no?, ¿los hombres sois todos iguales a la hora de hablar de sexo? Mira, es muy pesado tener que aclarar estas cosas en pleno siglo XXI. Las mujeres hemos tenido que luchar para acabar con un trato degradante, pero, como comprenderás, más allá de la igualdad de género y de la igualdad social, existe la diferencia personal. Yo no tengo nada que ver con Patricia Botín, con la infanta Elena, con Irene Montero o con la Rosalía. A lo mejor tengo más que ver contigo, que eres un hombre. La gente que me interesa es aquella que ha escapado a su destino, que se sale del molde y vive a su manera. Mi amiga Violeta dice que la revolución feminista será cannábica o no será, y creo que tiene algo que ver con esto que estamos hablando. No basta con exigir la igualdad de hombres y mujeres, hay que intentar que cada uno sea único y el cánnabis es una buena herramienta de transformación personal, te permite relajarte y no creerte mucho el personaje.

Sin embargo, en estos últimos años tienen más éxito las escritoras eróticas que los escritores eróticos. Es como si después de siglos los hombres quisiéramos saber cómo ven el sexo las mujeres y las mujeres necesitaran también reconocerse en lo que cuentan otras mujeres.
Sí, es posible. Un día Marcelo me vino con la idea absurda de que las mujeres nos masturbamos menos que los hombres y que hay muchas mujeres que ni se masturban. El caso es que preguntamos y de mis amigas la única que rara vez se masturba es la Trini. La Trini precisamente, que es la mujer que conozco que más folla. La tía decía que desde que era casi una niña le daba pereza hacerse pajas, que le gustaba más que le comieran el coño [risas]. Sí, a lo mejor es necesario que las mujeres escribamos de sexo, aunque solo sea para que los tíos os deis cuenta de que en el fondo no somos tan diferentes. La historia nos ha separado adjudicándonos roles distintos, en el trabajo, en la crianza y los cuidados y en el sexo. Ser mujer desde el punto de vista sexual ha sido siempre una condena que nos obligaba a estar al servicio del hombre, como santa esposa o como puta. Pero ya en nuestra generación, al menos en un país como España, las cosas han cambiado mucho, y quien diga lo contrario miente o ignora lo mal que lo pasaron nuestras madres y abuelas. Siguen por supuesto los malentendidos cuando hay sexo de por medio, pero, si te fijas, no es solo entre hombres y mujeres, también se dan entre lesbianas y maricones. El sexo es fuente de placer pero, como somos tan esclavos de nuestras pasiones y prejuicios, trae siempre muchas complicaciones. 

Libro de Clarita Brown
Mi vida con un fumeta. Aventuras y desventuras de Clarita Brown, Mr Ediciones, P.V.P: 17,90 €.

Cáñamo y la revolución del placer

Entre los capítulos nuevos está la historia de cómo conociste a Marcelo.
Es que cuando empieza a publicarse mi vida en Cáñamo yo ya llevaba dos años con Marcelo. Y ahora que teníamos que completar el relato, a Fidel Moreno, que es el encargado de poner por escrito mis disparates, le pareció que era la pieza que faltaba, un flashback necesario. Quieras que no, Marcelo es el origen de esta historia, el fumeta del título. Me hubiera gustado tener una experiencia más variada para no tener que presentarlo como mi gran amor, pero así son las cosas. Si no hubiera conocido a Marcelo, no creo que me hubiera puesto a colaborar con Cáñamo. Me puse medio en broma a contar las locuras de Marcelo, un fumeta empedernido y, mira por dónde, salir en Cáñamo me cambió la vida. 

“No basta con exigir la igualdad de hombres y mujeres, hay que intentar que cada uno sea único, y el cannabis es una buena herramienta de transformación personal, te permite relajarte y no creerte mucho el personaje”

Cáñamo es casi un personaje de tu historia. Gracias a la revista, que tú empiezas a recibir en casa por ser colaboradora, Marcelo aprende a cultivar y te arrastra a ti a una vida cannábica.
Yo sabía de Cáñamo, pero nunca antes me había comprado la revista porque ni fumaba ni me interesaban las drogas. Fue una sorpresa empezar a leerla y comenzar a ver el mundo desde otra perspectiva. Leyendo sus páginas comprendí que la guerra contra las drogas es una guerra contra las personas, los usuarios y sobre todo los pobres de este mundo. También aprendes que la revolución verde no es solo la explosión de un nuevo negocio millonario, sino una nueva forma de entender el mundo de una manera más placentera. A veces se habla tanto del cannabis medicinal que parece que de lo que se trata es solo de aplacar el dolor, pero el bienestar tiene también que ver con la autogestión del placer, el placer que te puede procurar el cannabis o el uso de otras drogas, legales o ilegales. En un mundo de miedo y dolor nuestra revolución es luchar por el placer y la libertad. 

¿Cómo sería tu vida sin haber pasado por Cáñamo?
Probablemente ahora estaría dando clases en la universidad o en un instituto. Supongo que mi vida sería entonces mucho más aburrida, y, desde luego, tendría muchísimo menos dinero [risas].

Clarita Brown

Superación y regulación

Hay quien ha visto en ti un ejemplo generacional de superación.
Sí, de superación por la vía delictiva. Detrás de la marihuana que se fuma en este país, hay mucha gente como Marcelo, como Violeta o como yo. Gente que, ante la dificultad de encontrar un trabajo medianamente remunerado, se hace jardinera cannábica o traficante o las dos cosas. Tienes que valer, no es tan fácil, sobre todo tienes que ser capaz de dormir tranquilamente. Si eres cuidadoso no es tan fácil que te cojan. Te tiene que gustar un poco el riesgo. Yo tardé en descubrir que me gustaba el riesgo. Un riesgo relativo, estamos hablando de vender marihuana, una planta cuyo cultivo y venta es legal en sitios tan poco sospechosos como California, Canadá o Uruguay. Aun así, hay quien va a la cárcel, que la gente se cree que no, que no pasa nada. Y pasa.

¿Crees que con la regulación se arreglarían las cosas?
Depende de cómo se haga. Se puede hacer bien para todos o se puede hacer bien solo para unos pocos, por ejemplo, para los de siempre. Si lo ves desde fuera lo que está pasando en Norteamérica es un horror: los que sufrieron los rigores de la prohibición se ven ahora excluidos de los beneficios. Y en algunos casos incluso algunos que ayer se oponían al consumo y a la legalización del cannabis, hoy se enriquecen con el nuevo negocio. Los lectores de esta revista saben que la primera licencia de producción de cannabis medicinal fue a parar a una empresa de Juan Abelló, el magnate que detenta el monopolio del opio legal en España, un hombre cercanísimo al poder político. Espero que el movimiento de asociaciones cannábicas sirva de contrapeso en una posible regulación que solo beneficie a los mismos de siempre. 

Si regularan el cannabis en España, ¿te ves convertida en empresaria cannábica legal?
Yo creo que me pondría a traficar con MDMA o con microdosis de LSD [risas]. Es broma; que si no lo aclaro los tontos se lo creen. No sé. La verdad es que la experiencia adquirida en estos años de cultivo y de venta están ahí. Ya tenemos una clientela. Pero si las leyes ponen muchas trabas es posible que sigamos en el mercado negro.

¿Mi vida con un fumeta tendrá una segunda parte?
Si el libro se vende mucho habrá que continuar con la historia. En este año y medio, entre la maternidad y la pandemia, me han pasado tantas cosas locas que habría mucho que contar.  

Clarita Brown - Portada Cáñamo

Ilustraciones

Cristóbal Fortúnez

 

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #271

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