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100 canciones sobre drogas (21)

47 Frank Zappa /46 Ween /45 The Moody Blues

“Me compré una bolsa de farla / con mi paga semanal / me unté la polla con coca / tu coño está hinchado / mi pene está enrojecido / parece azúcar / en un duro trozo de carne / trae acá tu culo / para que pueda sentir mi calor / pon la puta coca / en la punta de mi nabo / durante toda la noche / lo tengo duro como una piedra”. 

47 Frank Zappa. “Cocaine decisions” (del álbum The man from Utopia. Barking Pumpking, 1983) 

Frank Zappa

Contrario a las drogas, salvo la nicotina que le llevó a la tumba, el satirista más implacable del rock esgrimió esa postura en canciones como “Who needs the peace corps” y “Cosmic debris”. Con “Cocaine decisions” cambiaba el estamento contracultural por las altas esferas ejecutivas de Wall Street y los profesionales liberales: “Hazte una raya ya / eres una persona con olfato para la nieve / tienes un trabajo de lujo / donde las decisiones cocaínicas que tomas hoy / significarán que millones vendrán a ti / desde alguna parte / eres un tipo de clase alta / no eres una persona de mi clase / y las decisiones cocaínicas que tomes hoy / no significarán nada después / cuando se te desprenda la nariz / no quiero saber / las cosas que te extraes / de tu nariz / o adónde van a parar / pero si estás quemado / del tema en que andas metido / me cabreo más cada día / porque lo que dices y lo que haces / afecta a mi vida de tal modo / que aprendo a odiarlo cada minuto / eres doctor o abogado / tienes un despacho con vestíbulo / y las decisiones cocaínicas que tomas hoy / no serán descubiertas hasta que esté hecho y cerrado / por los clientes que controlas / eres un tipo del negocio del cine / tienes contables que te proporcionan / las cifras necesarias / para determinar cuándo viajas / a Acapulco, / donde todos tus amigos van, / debemos vigilar lo que haces / nos has dejado probar el pastel / mientras tus contables te decían sí, sí, sí / has cometido atrocidades muy caras / ¿cómo lo has hecho?, déjame adivinarlo”. 

46 Ween. “The rift” (del álbum Shinola, vol. I. Chocodog, 2005)

“Hay una grieta en el espacio / y podría ser la puerta / pero, ya sabes, no estoy seguro / si penetras por la grieta / hasta el palacio de hielo / podría ser agradable / es el paraíso / soy el comandante del tiempo / en mi navío de dios / me introduzco por la grieta / hasta el palacio de hielo / puede que nunca regresemos / del palacio de hielo / porque la grieta es una puerta”. Poética traslación, la que la banda de Pensilvania perpetra en esta pieza grabada en 1993 pero no publicada hasta doce años después en un volumen de descartes, ha sido identificada con un viaje espacial. Pero en tanto que cuesta discernir si cantan “palace of ice” (‘palacio de hielo’) o “palace of vice” (‘palacio del vicio’), deberíamos considerar esa otra teoría que apunta a que el gélido palacio no es sino un eufemismo del cristal de metanfetamina. La imposibilidad de regresar del edificio que se oculta tras la grieta sería así una imagen de la severa adicción inherente a dicha sustancia. Ween también son responsables de “Put the coke on my dick”: “Me compré una bolsa de farla / con mi paga semanal / me unté la polla con coca / tu coño está hinchado / mi pene está enrojecido / parece azúcar / en un duro trozo de carne / trae acá tu culo / para que pueda sentir mi calor / pon la puta coca / en la punta de mi nabo / durante toda la noche / lo tengo duro como una piedra”. 

45 The Moody Blues. “Legend of a mind” (del álbum In search of the lost chord, 1968)

The Moody Blues


“Timothy Leary está muerto / no, no, no, está mirando desde fuera / va a despegar con su nave astral / te lleva de viaje alrededor de la bahía / y te trae de vuelta el mismo día / por toda la costa les oirás jactarse / de una luz que dicen brilla muy nítida / de modo que levantemos los vasos y brindemos / a la salud del hombrecillo que vende emociones en el muelle / te elevará y te hará descender / te hará pisar el suelo con firmeza / vuela tan alto, desciende tan bajo / sabe perfectamente qué camino tomar / Timothy Leary, Timothy Leary”. El gurú psiquedélico se encontraba vivo y coleando cuando la banda británica grababa esta oda –figurada, la muerte a la que aludía el texto se refería a la del ego–, concretamente exiliado en Suiza, huido de la busca y captura que contra él ordenaba el gobierno estadounidense. El propio interesado retomaría esta composición, con nueva letra, en su álbum de 1996 Beyond life with Timothy Leary, pero la original, con el característico sonido de mellotron y flauta, constituye uno de los clásicos oscuros de esta formación estrella del presinfonismo progresivo. Venía incluida en su tercer LP, el más popular de sus discos conceptuales, muy en sintonía con el espíritu psiconauta de la época y la exploración de la conciencia. 
 

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #254

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