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Variedades regulares

Me pregunto cuántos cultivadores hoy en día serían capaces de cultivar a partir de semillas regulares, de las que producen plantas macho y plantas hembra. Acabo de cumplir cincuenta años y formo parte de esos cultivadores que empezamos sembrando semillas que alguien nos regalaba o que traíamos de algún viaje. Cuando plantabas sabías que la mitad de las plantas serían machos y habría que cortarlas. Hoy en día, no conozco a ningún cultivador que no se haya pasado a las feminizadas. ¿No te parece un poco raro que las regulares prácticamente hayan desaparecido?, ¿no crees que es un poco triste que tengamos que comprar semillas por narices cuando antes era tan fácil hacerlas?
Jesús

Tal y como cuentas, hasta prácticamente el final del siglo xx todos cultivábamos variedades regulares. Las semillas feminizadas aparecieron comercialmente en 1998 de la mano del banco de semillas holandés Dutch Passion. En muy pocos años, estas semillas que se producen forzando el cambio de sexo de una planta hembra para que brote flores macho y usando el polen de esas flores para polinizar otra planta hembra, se extendieron de tal modo entre los cultivadores que las variedades regulares prácticamente han dejado de venderse. Solo algunos bancos de semillas las mantienen en catálogo y solo algunos criadores las siembran. Es indudable que las semillas feminizadas tienen grandes ventajas: no hay que desperdiciar espacio y recursos en plantas que luego, cuando resulten ser machos, habrá que eliminar. Tampoco hay que correr el riesgo de que un macho pase desapercibido y polinice a las hembras. La mayoría de los bancos de semillas ya ni siquiera usan machos para desarrollar sus variedades, sencillamente cogen dos buenas hembras, le cambian el sexo a una de ellas y las cruzan. Es un sistema rápido y sencillo, aunque no tan bueno como hacerlo a la vieja usanza, seleccionando machos y hembras, cruzándolos y volviendo a seleccionar la descendencia, y así hasta lograr estabilizar la nueva variedad. Solo en este punto, con la variedad ya creada y estabilizada, habría que dar el paso de producir la generación de semillas feminizadas. El desarrollo de nuevas variedades se debería realizar con un número suficientemente grande de plantas (machos y hembras) para asegurar una variación genética suficiente que evite la degeneración progresiva de la variedad. Pero el mercado manda y el otro sistema es más rápido y fácil. Hay otro riesgo con el que la mayoría no cuenta: ¿qué pasaría si un día se prohíbe la venta de semillas?, ¿cómo seguiríamos cultivando si no tenemos machos para hacer nuestras propias semillas? El hombre lleva cultivando cannabis milenios y las feminizadas apenas llevan veinticinco años. Por si acaso, guarda en el congelador un paquete de semillas regulares, nunca sabes si te harán falta en el futuro.

Profesor Cáñamo

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