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Verano del amor a bordo del rollobús

Bienvenidos al verano del amor (otra vez). Ajá. Todos los veranos son el verano del amor, pero esta vez va a ser diferente porque una gran ola de amor se cierne sobre tu ciudad, pueblo, isla privada, vertedero, celda para políticos corruptos o donde quiera que vivas, y no estamos hablando en un sentido figurado sino en un sentido verdadero y cósmico. Este gran fenómeno meteorológico asolará todo el planeta y sería absurdo, además de peligroso, intentar huir.

Bienvenidos al verano del amor (otra vez). Ajá. Todos los veranos son el verano del amor, pero esta vez va a ser diferente porque una gran ola de amor se cierne sobre tu ciudad, pueblo, isla privada, vertedero, celda para políticos corruptos o donde quiera que vivas, y no estamos hablando en un sentido figurado sino en un sentido verdadero y cósmico. Este gran fenómeno meteorológico asolará todo el planeta y sería absurdo, además de peligroso, intentar huir.

La única forma de afrontar la gran ola de amor es subirse a ella y atravesarla de vez en cuando, y el medio más seguro de conseguirlo es el Rollobús. El Rollobús es el autobús del amor cuando tú vas dentro y es verano. El Rollobús eres tú y es el verano y es el propio Rollobús. Rum-rum. El Rollobús es una forma barata y mágica de llegar a cualquier parte, a cualquier verano: al verano de los que viven todo el año en verano y al verano de los que no conocen el verano y, por supuesto, es la mejor manera de llegar hasta tu propio verano o verano interior: elige tu propio verano.

Rollobús

Tu casa es mi casa

“Cuando quieras, pásate por aquí”. Hummm. ¿Ah, sí? Bueno, pues cuando quiera es ahora y ya me estoy pasando por aquí, ya estoy en la puerta de tu casa, y ahora: ¿quieres quitar el pie y franquearme el paso y comportarte como una persona de palabra? Ámsterdam, Hanoi, Londres, Nairobi, Punta Banana: tener amigos es maravilloso. El mundo está lleno de sitios a los que alguien te ha invitado alguna vez. Nos pasamos la vida recibiendo invitaciones más o menos tibias, tímidos ofrecimientos que resbalan por nuestra piel, nos atraviesan el cerebro sin que nos demos cuenta y, sobre todo, sin que nadie saque partido. Toda esa energía se pierde sin provecho de nadie, todo ese amor se escurre por el sumidero de las cosas que nunca llegarán a pasar. ¡Es una pena! Bueno: era una pena ANTES, porque ahora ha llegado por fin el GRAN VERANO DEL AMOR BARATO Y DOMÉSTICO y llevas todo el año esperando y AHORA tienes pruebas: ahora todo el mundo lo escribe todo y lo lanza por los aires como si fueran palabras que se dicen al viento y no un texto impreso en la pantalla de tu teléfono móvil. “Mire, mire, señor juez: aquí lo dice bien clarito…” Toc-toc, ¡Coño, qué sorpresa!, Pero no te quedes ahí: pasa, pasa. ¿Ese autobús es tuyo? Veo que tienes una maleta: ¿va todo bien por casa?, Esteeee... El verano del amor ha llegado para quedarse, y tú también.

Tu casa es mi casa

I ❤️ gentuza

Todos los veranos son el verano del amor, pero esta vez va a ser diferente: esta vez vas a demostrarle al mundo que lo amas. Amas a todo el mundo y lo primero que tienes que hacer es decírselo. Todo el mundo quiere decir TOOOOODO EL MUNDO, lo cual incluye a la gente que no amabas antes y a la que considerabas gentuza. A partir de ahora, la gentuza también es gente. Así que amas a la individua que te denunció por tener una explotación industrial de marihuana –tu querida, diminuta y casi inexistente plantita: tu bonsái cannábico–, amas al director de banco que intentó venderte una remesa de acciones tóxicas y se encontró con el obstáculo de que en ese momento no tenías dinero: “No hace falta que tengas dinero, nosotros te lo prestamos porque NOS HEMOS VUELTO LOCOS POR AYUDAR A LA GENTE”. No es hora de hacer reproches, ¡rememos todos en la misma dirección! Amémonos todos juntos. Amas al compañero de oficina que difundió el rumor –TE AMO, TÍO– de que utilizas las bajas laborales para confundirte con el paisaje en ciertos parques sicalípticos y cines de mala fama, y amas a la compañera de clase que difundió el rumor –TE AMO, TÍA– de que plagiabas todo lo que se ponía por delante: el trabajo de fin de grado, el trabajo de fin de máster, ¡incluso la matrícula y la solicitud de beca de comedor! Los amas a todos y se lo vas a decir uno a uno: TE QUIERO, TE QUIERO, TE QUIEEEERO. A los que te ofendieron, a los que intentaron engañarte, a los que te jodieron de verdad, les dirás: GRACIAS POR DARME LA OPORTUNIDAD DE PERDONARTE: ¡GRACIAS!

I love gentuza

El final del verano del amor

Todos los veranos son el verano del amor y todos los veranos acaban. ¿Cuántas canciones conoces que hablen sobre el final del verano? Cien, doscientas, mil, doscientas mil. Se sospecha desde hace tiempo –de hecho, está totalmente demostrado– que todas las canciones hablan, de manera directa o indirecta, por alusión o por elisión, sobre el final del verano. Esto es así porque todos los veranos se acaban y porque el verano en realidad no hace otra cosa que acabarse desde el momento mismo en que empieza. El poeta Virgilio, frecuentador de fiestas toga, acuciado siempre por el paso del tiempo, decía: Al nacer mueren las flores, y se refería a todas las flores y a todas las plantas y a TODAS LAS COSAS. La gran ola de amor también se abatirá por última vez alguna vez, se derramará sobre la arena y ya no será nada: ni agua, ni espuma, ni ola. No existe la eternidad en vida, nada vive siempre, pero existe la ilusión de eternidad y el caso es que esa ilusión también se acaba y a veces se acaba incluso antes de haber empezado: ya no crees en nada, resulta que el verano se acaba y resulta que muy pronto el Rollobús se convertirá en calabaza (o en autobús escolar o en tren de cercanías o en coche de empresa) y lo que antes estaba arriba, literalmente en la cresta de la ola o incluso en el centro mismo de la ola y en el túnel del amor, muy pronto estará varado en un rectángulo de tierra seca, o en un plaza de aparcamiento subterráneo: ¿Quieres que esto ocurra contigo dentro? La respuesta correcta es NO, NO QUIERO, y la actitud inteligente es la de quitarse de en medio y saltar del Rollobús al grito de “¡Viva el otoño del odio y el resentimiento! ¡Viva!”

El final del verano

Ilustraciones: Jorge Parras

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #236

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