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Las licencias del ministerio

El alivio que genera el uso del cannabis en muchos pacientes con diferentes enfermedades no es suficiente para que el Ministerio de Sanidad permita su empleo terapéutico.

La sensación de alivio que genera el uso del cannabis en muchos pacientes con diferentes enfermedades no es suficiente para que el Ministerio de Sanidad permita su empleo terapéutico. Las autoridades sanitarias esgrimen que la planta Cannabis sativa debe estar sujeta a normas y garantías de calidad, seguridad y eficacia al igual que el resto de los medicamentos. Que no basta con las sensaciones de los pacientes, que el uso médico debe estar basado en pruebas científicas y en ensayos clínicos controlados.

No es suficiente la experiencia de centenares de miles de pacientes que ya utilizan cannabis en el mundo, se ha de esperar a que estén los resultados de los ensayos clínicos que, por fin, parecen haber empezado en España. 

Este Ministerio de Sanidad, a través de la Agencia Española del Medicamento (AEMPS), ya ha otorgado ocho licencias para la producción y fabricación de cannabis y sus productos con fines médicos y científicos, y once con fines de investigación.

Las empresas que han tenido acceso a alguna de estas licencias están bajo la mirada atenta de grandes marcas del sector cannábico internacional. Así la empresa canadiense Tilray, pionera mundial en la investigación, cultivo, producción y distribución de cannabis –que en la actualidad atiende a decenas de miles de pacientes y consumidores en 17 países de los cinco continentes– ha anunciado un acuerdo de su filial portuguesa con Worldpharma Biotech para exportar cannabis medicinal, con el beneplácito de la AEMPS y con certificación de buenas prácticas de fabricación, desde Portugal a España.   

Worldpharma Biotech es una empresa española que tiene licencia con fines de investigación, y posee unos laboratorios especializados en el aislamiento, purificación y caracterización de principios activos de fuentes vegetales, centrados en la extracción de cannabinoides no psicotrópicos. De esta forma, Worldpharma importará biomasa cannábica portuguesa para aislar los cannabinoides y desarrollar productos con los “más altos estándares farmacológicos de la Unión Europea, a fin de ofrecer la más absoluta confianza a médicos y pacientes”. En su afán promocional los responsables han llegado a comentar a los medios que “ha sido imposible alcanzar este mismo nivel de calidad con otras empresas de cannabis autorizadas de España”. Los productos de Worldpharma se destinarán a ensayos clínicos en hospitales españoles sobre enfermedades tales como Alzheimer, Parkinson e inflamaciones cutáneas.  

Por otra parte, Curaleaf, un gigante del cannabis con sede en Massachusetts que tiene el mayor volumen de negocios del sector cannábico de EE UU, se ha hecho con la empresa española Medalchemy, que cuenta con una de las pocas licencias emitidas por la AEMPS. Con esta compra Curaleaf también se ha asegurado una porción del mercado europeo.

         Ante la falta de una regulación integral y de un debate público que establezca claramente las líneas de desarrollo de una industria emergente como esta, la actividad empresarial permitida beneficia a los grandes, que se van haciendo con el mercado. La contradictoria actuación del Ministerio de Sanidad, que otorga licencias a empresas pero impide al ciudadano el acceso al cannabis medicinal, propicia esta injusta situación que enriquece a los de siempre y nos perjudica a los demás.

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #282

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