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Porcelana quebrada

Jules Renard

“Quisiera ser uno de esos grandes hombres que tienen pocas cosas que decir y las dicen con pocas palabras”, apuntaba Jules Renard (1864-1910) un día de julio de 1896. Inéditas hasta 1925, las páginas de su Diario trazan el autorretrato de un intelectual parisino que profesaba simultáneamente como alcalde de aldea. Muchas de sus anotaciones constituyen auténticas joyas del género aforístico. Estilista escrupuloso, aspiró a construir una sintaxis de relojería. A los 46 años, la muerte le citó por sorpresa cuando acariciaba la idea de componer un libro sobre la vejez, cuya clave de bóveda, como la del resto de su obra, habría sido probablemente el humor.  

La porcelana quebrada dura más que la intacta. (4-IX-1890)

No estar jamás satisfecho: ahí radica todo el arte. (28-V-1891)

Es preciso domar la vida a fuerza de dulzura. (8-IV-1892)

La muerte de los demás nos ayuda a vivir. (5-X-1892)

La recompensa de los grandes hombres reside en que, mucho tiempo después de su muerte, no están seguros de estar muertos. (22-XII-1893)

La gente que quiere seguir las reglas me divierte. En la vida no existe más que lo excepcional. (31-III-1894)

Bonita idea de Saint Paul Roux: Los árboles se intercambian pájaros como si fuesen ideas. (15-IV-1894)

Mi literatura: cartas a mí mismo que os dejo leer. (17-V-1894)

No hay felicidad. Nuestra dicha es el silencio de la desgracia. (15-IX-1894)

En literatura, lo verdadero no se diferencia de lo falso sino como las flores naturales de las artificiales: por una especie de inimitable aroma. (13-II-1895)

Toda nuestra crítica consiste en reprochar a otros carecer de las cualidades que creemos poseer. (29-VII-1895)

La modestia es inherente a los grandes hombres. No ser nadie y modesto es lo difícil. (2-XII-1895)

A veces pienso que para darle unidad a mi vida debería escribir una historia de Francia en veinte volúmenes. (25-II-1897)

Con prudencia se pueden cometer toda clase de imprudencias. (1-X-1897)

La forma no puede ir por un lado y el fondo por otro. Un mal estilo es un pensamiento imperfecto. (15-VIII-1898)

Si quieres estar seguro de hacer siempre tu obligación, haz lo que te resulta desagradable. (15-VIII-1898)

Si no gano dinero, procuraré hacer de ello una virtud. (5-XI-1898)

El hombre nace con sus vicios; las virtudes, las adquiere. (26-VII-1899)

Nuestra bondad es nuestra maldad dormida. (6-VI-1900)

Conozco el punto exacto en que la literatura pierde pie y deja de tocar el fondo de la vida. (25-VIII-1902)

En cuanto una verdad sobrepasa las cinco líneas se convierte en novela. (3-IX- 1902)

Cada año, un defecto más: ese es nuestro progreso. (10-X-1903)

La patria es todos los paseos que puedas dar a pie alrededor de tu pueblo. (19-IX- 1904)

Por fin sé lo que distingue al hombre de la bestia: los problemas de dinero. (16- XII-1904)

Si tu amigo cojea del pie derecho, cojea tú del izquierdo, para que vuestra amistad mantenga un equilibrio armonioso. (10-V-1906)

Hemos venido a este mundo a reír. En el purgatorio o el infierno, no podremos. Y en el paraíso, no sería correcto. (25-VI-1907)

La política debería ser la cosa más bella del mundo: un ciudadano al servicio de su país. Es la más baja. (6-X-1907)

El peligro del éxito estriba en que nos hace olvidar la espantosa injusticia del mundo. (13-I-1908)

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #307

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